Durante muchos años en diversos sectores de la sociedad se debate si el dominó es un simple juego de mesa que se practica para matar el tiempo libre o una disciplina deportiva a través de la cual el ser humano ejercita su cerebro. La realidad es que se pueden combinar ambas versiones para tratar de llegar a una posible definición.
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Entre los vestigios milenarios encontrados en diversas partes del mundo figuran 28 fichas rectangulares elaboradas en diversos materiales que por su tamaño y de manera individual bien podrían caber en el bolsillo. Una característica en común de estas piezas es que presentan una serie de puntos dibujados o tallados en su superficie exterior y un acabado totalmente liso al reverso de las mismas.
Realmente, esta peculiaridad quizá hasta pasa desapercibida en las personas despistadas. Sin embargo, si alguien trata de descifrar el enigma que encierran las fichas podrá entonces descubrir que cada una cumple una función de carácter numérico. Al ser alineadas sobre una mesa o hasta en propio el suelo se van formando cadenas bajo un estricto orden.
Dominó: ¿Juego de mesa o deporte?
Acomodarlas de manera precisa se convierte en un reto compartido entre dos y hasta cuatro personas, a este reto muchos le han denominado pasatiempo o juego de mesa, pero al estar reglamentado a nivel global y al demostrarse que al ir contando los puntos de las fichas se ejercita al cerebro, entonces adquiere la denominación de deporte.
Sin que haya sido registrado por su creador, este deporte tiene cientos, sino es que miles de años de practicarse en el mundo. Algunos historiadores señalan que el dominó surgió en China, otros que en la India, pero ninguno se atreve a decir que fue inventado por europeos.
Como ya se mencionó, cada pieza de dominó presenta una puntuación distinta que va desde el cero hasta los seis puntos, siendo la ficha más grande en la que se puede ver el seis doble.
En cuanto al objetivo de las personas que practican dominó consiste en vencer a un adversario en una partida, donde a ambos competidores se les asigna un determinado número de fichas al azar, las cuales deben ir acomodando sobre una superficie cuando les toque su turno.
El juego inicia poniendo una ficha sobre una superficie, en ese sentido la persona que realiza la acción lleva un movimiento de ventaja sobre su rival, quien está obligado a ser condescendiente poniendo otra ficha adyacente del mismo valor (es decir que si el juego inicia con una ficha de seis puntos, el siguiente movimiento obligatorio para un adversario es garantizar que se respete dicho orden de numeración).
En caso de no tener en su poder una pieza del mismo valor a la que su contrincante puso en la superficie, se le penalizara exigiéndole que se llene de fichas hasta encontrar la que se requiere.
La partida define al ganador cuando un jugador se queda sin fichas y su adversario por lo menos con una, o bien cuando se opta por cerrar el juego y hacer la sumatoria de puntos de las fichas que no pudieron ser colocadas, aquella persona que se haya quedado con menos puntos será el vencedor.
La entrada Dominó y el dilema que ronda a quienes lo practican se publicó primero en UNANIMO Deportes.